Antes de comenzar, quiero dejar bien claro, para cualquier distraído que esté leyendo estas palabras, que el sacrificio de seres humanos y en especial de niños, es algo abominable y maldito a los ojos de Dios y de toda persona de bien que se precie.
El demonio nos engaña usando varias estratagemas para que caigamos dócilmente en este tipo de prácticas. Algunos ejemplos son por miedo a la hambruna, miedo a la sequía, miedo a los terremotos, o también, el demonio puede usar otro tipo de cebo más dulce apelando a la codicia, como por ejemplo, para obtener poder, riquezas, o usando el cebo del odio, ofreciendo venganza, la destrucción de un rival o lo que sea.
El fin de estas estratagemas es darnos de a poco dulces para que confiemos en él, para que pongamos nuestra confianza él y hacernos creer que es un «dios» bueno. Una vez que hay resultados positivos, el demonio comenzará a pedir poco a poco, más y más a cambio de sus favores como un usurero. Poco a poco, para que no nos demos cuenta que estamos siendo engañados.
Primero, lo que pedirá de sacrificio serán cosas simples como semillas, frutas y verduras, alcohol, cigarros, prendas, luego avanzará para recibir la sangre de algún animal, pero indefectiblemente en algún momento el demonio pedirá sangre humana, sobre todo de niños puros, porque todo el circo que construyó alrededor de su culto es para eso y nada más que eso. Todo lo demás fueron espejitos de colores para que entremos en sus fauces.
Cuando ya estamos psicológicamente preparados y abiertos completamente, no es difícil para el demonio, lograr que el ser humano termine haciendo este tipo de prácticas, y hasta llegar a defenderlas y justificarlas como algo natural y propio de la naturaleza humana.
Para que te entre en la cabeza querido lector, tienes que entender que el demonio, nos está usando para condenarnos. Su objetivo principal, no es cuidarnos, no es amarnos, no es preocuparse por nosotros. El objetivo final del demonio, sea cual sea el demonio en cuestión, es ofender a Dios, destruir la inocencia del hombre porque ahí es donde más vive Dios en nosotros. Esto ocurre porque los demonios están en contra de Dios y nos usan a nosotros, como títeres para que hagamos la voluntad de ellos y no la ley natural dejada por el Dios Santísimo.
No hay nada nuevo bajo el sol. Por más que estemos en el siglo 21, el hombre es el mismo que hace 5000 años atrás, no te engañes. Seguimos siendo los mismos, más educados quizás, con más tecnología, pero seguimos siendo presas de las mentiras como ocurrió en el Edén.
El culto a demonios, indefectiblemente nos vuelven animales y bestias desalmadas y nos degradan en el orden natural que nos dio El Creador.
Recuerda, no hay que volvernos bestias, sino que hay que buscar la salvación por medio de la santidad. Aclarado esto para los distraídos que seguramente tratarán de defender lo indefendible, prosigamos.
La pachamama o madre tierra, el demonio de moda, sediento de sacrificios humanos
En las profundidades de la cordillera de los Andes, los incas erigieron santuarios para adorar a la Pachamama, la diosa Tierra. Sin embargo, detrás de la majestuosa imagen de esta divinidad que nos tratan de vender hoy en día con el modernismo y el globalismo satánico, se esconde una realidad oscura y sangrienta: la práctica sistemática de sacrificios humanos, especialmente de niños. En este artículo, exploraremos las evidencias arqueológicas que revelan la crueldad de estos rituales.
La diosa Tierra, la Pachamama, no es otra cosa que un falso dios y por ende un demonio. El culto a la Pachamama implica mucho más que beber caña con ruda, muy de moda en sur américa sobre todo en Argentina hoy día, donde se ha difundido esta práctica «inocente» (por ahora). La pachamama en períodos de sequía o cuando faltan los alimentos significa que está enojada. Para aplacarla, este demonio pide a los que le siguen, ofrendas y sacrificios humanos. Como antaño, estas situaciones se repetían periódicamente, los incas, los primeros que la adoraron junto al dios Inti, construyeron una serie de centros ceremoniales a lo largo de sus dominios y a grandes alturas.
Los rituales, que incluían el sacrificio de personas, especialmente de niños -por lo general de entre 7 y 8 años-, se hacían para lograr el favor o apaciguar la ira de la Pachamama. Para los incas, la muerte era el paso a otra vida, y los elegidos siempre eran niños y niñas porque eran «puros». Debían ser físicamente muy bellos y sin ningún defecto. Los seleccionaban cuidadosamente de entre las buenas familias que, al entregar a uno de sus niños, ascendían socialmente en el sistema político del imperio Inca. ¿Cualquier similitud con el mundo de hoy es mera coincidencia?
Los hallazgos arqueológicos en lugares como el volcán Llullaillaco y la costa norte de Perú han dejado al descubierto la escalofriante verdad sobre los sacrificios incaicos. Niños y niñas, seleccionados por su belleza y pureza, eran llevados a grandes alturas para ser ofrecidos a los dioses. Estos rituales, conocidos como Capacocha, tenían como objetivo apaciguar a la Pachamama y garantizar la fertilidad de la tierra y la prosperidad del imperio.
La Iglesia Católica, desde sus inicios, ha condenado la práctica de los sacrificios humanos como un crimen abominable contra la dignidad de la persona humana. La vida es un don sagrado de Dios, y quitarla, especialmente a los más inocentes, es un acto de profunda perversidad.
Es importante destacar que, si bien las culturas precolombinas tenían sus propias creencias y prácticas religiosas, estas no pueden ser justificadas simplemente por el hecho de que eran parte de una tradición ancestral. El respeto por las culturas antiguas no implica la aceptación acrítica de todas sus costumbres, especialmente aquellas que atentan contra los valores fundamentales de la vida y mucho menos aquellas que atentan con las enseñanzas dictadas por Nuestro Señor Jesucristo.
Reflexión sobre la verdadera Pachamama
La Pachamama, lejos de ser una deidad benigna y protectora como por décadas han tratado de vendernos los progresistas enemigos de la iglesia católica, se revela en realidad como una figura oscura y demandante, a la que sus seguidores de antaño, le debían ofrecer productos de la tierra, animales y por sobre todo, vidas humanas como tributo para evitar su ira.
Hoy en día, vivimos la era de Instagram, donde todo puede ser retratado con un celular y la verdad, transgiversada fácilmente con la inteligencia artificial, aún así, este culto ahora más azucarado por sus defensores, no predica abiertamente los sacrificios humanos a la madre tierra, pero algunos brujos y brujas junto con seguidores fanáticos, los siguen haciendo en secreto, usando el engaño para drogar a sus víctimas y hacerlas desaparecer, muchas veces en los cimientos de una casa. Estos rituales sangrientos son un recordatorio de la fragilidad de la naturaleza humana y de la necesidad de buscar un sentido más profundo para la vida que solo puede encontrarse en la verdadera iglesia fundada por Cristo y no en un culto demoníaco. Mientras no busquemos la verdad, el demonio seguirá dándonos mentiras para que las creamos y así llevarnos directo al infierno donde por la eternidad estaremos pagando las consecuencias de nuestros actos.
Noten que se siguen haciendo sacrificios humanos hoy día. Los medios de comunicación tratan a toda costa mostrar el lado «inocente» del culto a la pachamama y es por eso que ahora está de moda con la mentira del ecologismo.
Con la fuerza del relato y la mentira se imponen en nuestra mente las ideas erradas y malintencionadas que sutilmente tratan de reivindicar estas tradiciones y ritos antiguos sin que nosotros, tengamos realmente mucha información sobre sus verdaderos orígenes y el sentido real, puro y duro.
Por ahora, abiertamente el culto a la pachamama, se está practicando inocentemente, con un ritualismo azucarado pero quiero hacer énfasis en el POR AHORA. Estas prácticas se suman como ceremonias lights al calendario turístico o, en campaña, con las fotos de los políticos de ocasión, para que poco a poco las vayamos aceptando como normales y las vayamos adoptando de a poco en nuestras vidas.
La fe católica es incompatible con la adoración a la Pachamama. El catolicismo nos trae en lugar de dioses caprichosos y vengativos, sedientos de sacrificios de niños, nos trae el encuentro con un Dios de amor y misericordia pero también de justicia, que se revela a sí mismo como el creador y redentor de toda la humanidad. La muerte de Jesús en la cruz es el sacrificio supremo, un acto de amor que redime al mundo del pecado y de la muerte. Luego nos deja los sacramentos para que por medio de ellos logremos la vida eterna. También nos deja a su Santísima Madre, la siempre Virgen Sagrada María como madre nuestra para cuidarnos contra las acechanzas del demonio y para que nos guíe a su Divino Hijo Jesús en el camino de la salvación. El único sacrificio que se pide es el propio para cambiar la vida de pecado que llevamos, por la vida en santidad. No hay asesinatos, violaciones ni nada satánico de por medio a diferencia de los cultos adoradores de falsos dioses que no son otra cosa que demonios.
El Tinku, otro sacrificio humano sangriento disfrazado de ritual de pelea en honor a la Pachamama
El Tinku, es un ritual Inca precolombino, que se realiza todos los años en Macha Bolivia. En este ritual sangriento se enfrentan a muerte distintas comunidades. La «pelea en conjunto,» es el motivo tras este ritual boliviano que se basa en la pelea, donde mientras más muertos humanos haya (más sangre de hombres y mujeres derramada en el suelo), más complacida estará la madre tierra y augurará un buen año lleno de sus bendiciones. De esta forma los participantes le dan la bienvenida a la temporada de cosecha utilizando la sangre derramada en los combates, como ofrenda para la madre tierra, a principios de mayo.
Video fuerte. Ver con discreción.
No nos olvidemos también, de los sacrificios de animales, porque la pachamama que es «todo amor» necesita mucha sangre y sacrificios de todo tipo. Notemos cómo cae el argumento que hoy día los medios nos tratan de vender, donde la pintan como una diosa de amor, dadora de vida y abundancia. Vean el video y verán que todo lo concerniente a la pachamama es muerte, sangre, dolor, alcohol, insultos, odios, venganza. No hay nada de amor, porque un demonio no puede dar lo que no tiene.
Obviamente que los únicos que defienden estas prácticas es porque tienen intereses para que todo esto continúe, porque realmente, no les importa las vidas humanas que la pachamama va cobrando. Realmente a nadie le importa. El valor de la vida para la pachamama y sus seguidores es cero.
El Tinku, tiene mucha gente a favor, con el débil argumento de que «son todos adultos y nadie los obliga a hacerlo», a lo que habría que ver, si los participantes, no hubieran sido adoctrinado desde niños por los jefes comunales a pelear, si realmente todos los años, hombres y mujeres arriesgarían su vida tan fácilmente en honor a esta falsa diosa.
Reflexionemos un poco que sucede con aquellas personas que mueren en estos rituales. ¿Qué sucede con sus viudas y sus hijos? además, ¿sentirán los sobrevivientes algún tipo de cargo de conciencia de haber matado salvajemente a otra persona de otra comunidad o haberla dejada lisiada para toda la vida?.
Además si ven el video de MDQ de canal 13 de Argentina, verán que los jefes comunales con látigos, arrean a los hombres y mujeres de su comunidad, como si fueran animales y los obligan a hacer lo que ellos quieren y no los dejan interactuar con otras comunidades porque seamos claros, deben matarse entre ellos y no conviene que se hagan amistades entre ellos, que den por el suelo todo el ritual a la pachamama. Ella debe beber sangre para que la cosecha sea abundante. Aquellos que mueran, mala suerte.
Más allá de todo, notarán si investigan un poco, que nadie de los que adoran a esta falsa diosa, se atreve a criticar a la madre tierra, por esta u otras prácticas sanguinarias. La escusa es que ella es la dadora de los bienes de la tierra y si ella quiere sangre de llamas, o la sangre humana, se la dan lo más tranquilos y sonrientes. A nadie le importa quien muera, si tenía hijos, ni nada. La empatía de todo seguidor de estos demonios disfrazados de dioses, con el tiempo desaparece, a nadie realmente le importa. Mientras venga una buena cosecha, los muertos son secundarios. Nadie usa su raciocinio ni su sentido común, para siquiera pensar ni darse cuenta, que quizás su «diosa» es en realidad un demonio y que en realidad a ella no le importa un comino la vida de los hombres y las mujeres, sino que lo único que le importa es que derramen sangre y pequen todo lo posible para ofender al Dios Santísimo y así ganar los favores de ella. Nadie se detiene a pensar y comprender que ella los está usando para su diversión y caprichos sanguinarios. Todos los que participan lo hacen sabiendo que ella es la que pide muertes y ellos se las dan. Así de fácil y así de crudo. No en un altar, en un acto solemne como lo hacían los antiguos incas con los sacrificios de niños, sino que en este ritual, se hace en la calle, como un acto público sangriento y salvaje, donde el hombre y las mujeres son reducido a su estado más bestial, donde no hay ningún ápice del amor que nos enseñó nuestro Señor Jesucristo.
El sacrificio humano de los demonios, no tiene fin, porque todos los demonios piden cada vez más sangre. Nunca es suficiente y la pachamama no es la excepción.
Conoce al Muqui, un demonio que vive en las profundidades de las minas en Perú y Bolivia y exige a los mineros sacrificios a cambio de oro.
¿Quieres aprender a usar la mejor arma contra el demonio? Aprende a rezar el Santo Rosario y pide todos los días por la paz del mundo y por la conversión de todos los pecadores.